martes, 29 de marzo de 2016

LA MALASANGRE.



Interpretación de la obra de Griselda Gambaro estrenada en Argentina durante la posguerra de Malvinas.

La metáfora es aquello que nombra desde otro lugar, herramienta que permite en tiempos de censura zanjar las proscripciones y referirse a lo prohibido sin tener que nombrarlo, pero a sabiendas de todos aquellos que entienden su significado.

Las artes en teatro han ocupado un lugar de resistencia -y de resiliencia- frente a los embates del autoritarismo de Estado que, con su discurso totalizador y único se impone a la otredad de modo violento y opresivo, negando el lugar del pensamiento distinto, y de los Derechos de los ciudadanos emanados del sistema constitucional y democrático.

La Malasangre permite aventurar una interpretación transdisciplinar de la realidad política Argentina, encarna un universo familiar de micro-relatos arquetipos, espejos de la constitución social.

El poder del padre se impone como única ley que crea a su antojo culpabilidades y absoluciones, la madre sometida acompaña sin reprochar las decisiones  abyectas, la hija tacha las conductas de sus progenitores, pero también coquetea con la violencia perversa y sufre finalmente las consecuencias de su accionar, el mayordomo acata órdenes vacío de toda consciencia, la víctima, el profesor, se revela como aquel que acepta su destino conociendo sus consecuencias.

Teatro, familia, memoria, horror, patriarcado autoritario.


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Las artes en teatro como fuentes de conocimiento.

La hipótesis formulada aporta una interpretación estética transdisciplinar de la obra teatral La Malasangre1: las conductas arquetípicas de los personajes desnudan un mecanismo de vida familiar que reproduce y es empático al poder patriarcal, el cual, pese al distanciamiento histórico tiene mucho de contemporáneo.

La estética es la ciencia filosófica cuyo objeto primordial es la reflexión sobre los problemas del arte, estudia e investiga el origen de las manifestaciones culturales que devienen en y de la diversidad del Arte de cada pueblo.

La experiencia estética es histórica, es decir, situada2 por todos aquellos que participan en la misma; público y autores/actores. “A mi modo de ver, el vínculo entre la estética y la hermenéutica es sumamente estrecho. Tiene un carácter interpretativo no sólo, como es obvio, la lectura de una obra de arte sino también (…) su producción” (Vattimo, 1994: 21).

La vida contemporánea se encuentra sitiada por las reglas de mercado, incluso del arte se habla cómo producto de, más por los resquicios de esa realidad se cuelan los conocimientos que -negados por el sistema- son capaces de brindar las artes escapando de la censura;

La paradoja de la mercantilización del arte en el universo material del capitalismo consiste, sin embargo, en que en la medida que dicha mercantilización favorece la institucionalización autónoma del arte, éste puede contraponerse al estado de cosas existentes trascendiendo de este modo los límites del horizonte mercantil en que se ve inserto… esa fuerza, y mucho más en un mundo estructuralmente escindido, es siempre la fuerza del fragmento y de  la experimentación, que se constituyen como llamadas críticas de atención (Jiménez, 1986: 219).

La Malasangre está ambientada en Argentina durante el período denominado Rosista previo a la sanción de la primera Constitución Nacional, permite una interpretación de la historia como fenómeno discontinuo y relacional, donde el pasado se puede ver reflejado en el presente y volver a ser en el futuro, si no se aprende a aprehender lo equivocado de las conductas antidemocráticas autoritarias.
 
Las artes en teatro facilitan la conexión del público con ese pasado que deja de ser aquello que se imagina en las mentes como lleno de polvo y telas de arañas, para renacer y ser parte del presente develando las similitudes de los procesos históricos, tales como las persecuciones, las torturas y la muerte del denominado opositor político. “Es indudable que lo teatral participa de la cualidad de lo absolutamente vital (…) Si en otros terrenos del arte se trata de modelar la piedra o combinar colores, en la poesía dramática se modela estrictamente la vida” (Kusch, 2000: 817).

El siguiente párrafo bien podría ser digno de los dictadores argentinos de fines del siglo XX, situación que no deja de ser un espejo de la región latinoamericana: “Padre: Yo dicto la ley. Y los halagos. Y los insultos. Dije lo que dije, y lo puedo repetir” (Gambaro, 1984: 60).

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La autora de La Malasangre utiliza la metáfora como un puente entre lo innombrable y lo que comienza a re-nombrarse -en la realidad Argentina de posguerra-, suceso de la necesidad del momento en que se publica y se estrena la obra, permite a través de su contenido conocer aquellos episodios históricos del pasado reciente, analizarlos y reflexionar.

Resulta un lugar común decir que lo teatral resume todas las otras artes para superarlas. Pero es interesante notar que esa superación se realiza precisamente porque lo teatral y la vida se conjugan parejamente, de acuerdo con leyes similares o, más bien, con una similar falta de legalidad. Las leyes que ordenan una creación dramática son indudablemente las mismas que ordenan el existir y existir significa ex-sistere o sea estar fuera del ser, comprometido hondamente con la vida (Kusch: 817).
 

Contexto histórico del estreno teatral.

Las artes en teatro suceden en un tiempo aquí y ahora.

Griselda Gambaro en una entrevista otorgada al diario La Nación revela del teatro su carácter maravilloso en el sentido que: “se vive sobre un escenario en un tiempo preciso y acotado, algo corporizado (…) se hace frente a un público que recibe inmediatamente lo que se produce en el escenario (…) uno recibe la respuesta de ese público también inmediatamente (La Nación, 27/11/2005).

Mario Casalla nos habla de lo “culturalmente situado” como una situación de pro-yecto, que posee un doble sentido, por un lado alude a lo que esta; y por el otro a lo que es necesario hacer nacer, a lo que desde el futuro viene a rescatar otros valores y a proyectarlos.

Los que están en una situación de privilegio siempre han considerado que los marginales tenían que seguir en esa situación. Pero también hay algunas personas entre (…) la clase media (…) que tienden a pensar que es natural que haya gente en esas miserables condiciones de vida (La Nación, 27/11/2005).

La Malasangre fue publicada en 1981 y puesta en escena el 17 de Agosto de 1982. Argentina se encontraba gobernada por una Junta Militar integrada por las tres fuerzas (Ejército, Marina y Aérea), las cuales habían tomado el poder de facto el 24 de Marzo de 1976. La situación económica adversa y el creciente endeudamiento del Estado, sumado a los asesinatos de lesa humanidad3 -en ese momento reconocidos por organizaciones internacionales de Derechos Humanos-, provocaron un desgaste dentro de los golpistas  con sucesivos recambios de “Juntas”, hubo un presidente de facto durante esos años que acuñó la triste idea de generar una guerra:

Por entonces, Galtieri comenzó rápidamente a tomarle el gusto al poder y a la “popularidad”… Un asado gigantesco en La Pampa con los políticos de casi todo el espectro centro derechista de la Argentina marcó el comienzo de su campaña. Pero sería con las Malvinas que ese todavía confuso proyecto tomaría forma definitiva (Cardoso, Kirschbaum, van der Kooy, 1984: 48).

La conexión de un sector de la sociedad apoyando las dictaduras es también un hecho histórico que se repite, como lo muestra claramente la obra de Gambaro; dentro del microcosmos de esta familia argentina existe un extraño apego a sostener los valores que les oprimen, negando sus propios derechos.
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Ésta es la tarea de la hermenéutica: rememorar lo que en el fondo ya sabemos y decir cuánto querríamos pero no logramos decir. El pensamiento hermenéutico, desarrolla la riqueza de este “ya”: hace revivir la memoria y hace hablar una conciencia muda, trae a la vida la inercia del olvido y extrae la palabra del espesor del olvido (Vattimo: 20).
 
 
Interpretación de la obra La Malasangre.

 “Como dice Adorno frente a la sociedad el arte adquiere una fuerza de resistencia social” (Jiménez: 219).

La Malasangre es un neo-grotesco que retoma la idea del romanticismo de mediados de siglo XIX, y en cierto punto nos invita a tejer una red con la obra cumbre de Esteban Echeverría El matadero (Gambaro, 5/09/2015: min. 0,50), sobrevuela en la obra un fuerte discurso de denuncia social y política hacia el gobierno de Juan Manuel de Rosas, tan hábilmente enmadejado por Gambaro dentro de su poesía dramática, que ni siquiera necesita mencionar la figura del tirano para hacerlo sentir presente durante toda la obra.

. “La mayoría de sus personajes, de algún modo consciente o inconsciente, “prefiere” vivir en la violencia, por miedo, por estupidez, porque esa violencia general, anónima casi siempre en la obra de Gambaro, les permite desarrollar su propia violencia” (Ambrosoni, 2009).

El carro de los melones -varias veces nombrado y nunca aparecido en escena- esboza la metáfora de los sin cabeza del régimen Rosista y denuncia el silencio cómplice de las clases altas que apoyan la tiranía, ídem de la situación política durante la dictadura de 1976-1983. “(Se oye afuera el ruido de un carro y de las herraduras de los caballos sobre las piedras. Ambos atienden. Dolores) Todas las mañanas pasa. Pero por deferencia a mi padre, muchas veces no gritan… melones” (Gambaro: 69).

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El universo significativo de una obra, lo sabemos, es inagotable, dado que de ningún modo puede ser comprendido o aprehendido en su totalidad, exigiendo en cambio ardua tarea interpretativa lecturas interminables que actualizan sucesivas potencialidades significativas siempre renovadas y también diferentes según los tiempos y espacios  en que se concretizan (Ravera, 1988: 87).
Tomando como punto de partida el pensamiento de Ronald Barthes y desde un análisis semiótico, surge en la obra el Spectrum que encarna la presencia más que significativa del color rojo punzó, míticamente representa la pasión y funciona con la doble simbología de figurar la sangre -derramada-; nos es sólo parte del decorado del salón, sino el color del federalismo, universo violento encarnado en la familia:

Dolores (pícara): ¡Rafael! (Rafael retrocede hasta empujar una silla) ¡Se asustó! (Se levanta) ¡Se asustó, papá! (Va hacia Rafael) ¡Pegame otra vez! Jorobado, lacayo. ¡Servil! ¿No era esta la palabra que te ofendía? ¡Servil! (Aterrorizado, Rafael aparta a Dolores y va hacia la puerta. Cuando la abre, está Fermín. Lo sujeta).

Rafael: ¡Déjeme! (Se debate inútilmente. El Padre mira y ríe con su risa espasmódica. En ese momento, Dolores comprende que el juego ha  dejado de ser juego, se asusta ella entonces y rompe a llorar angustiosamente) (Gambaro: 76).

Dolores, su Madre, Benigno, Juan Pedro, Fermín y Rafael; forman parte de este complejo mundo de lo aparente y lo real, de lo dicho y lo no dicho, guardado en las formas de sus vidas aristocráticas y funcionales respecto al poder de turno (Ambrosoni).
La estética subvierte a la historia, o mejor dicho la mejora en tanto es el rastreo de lo formal en el pasado y en función del presente (…) Es la historia como estética del pasado y ésta como drenaje de la plenitud vivida en el pasado como mito y que se hace necesario en un presente sin finalidad como el nuestro (Kusch, 2000).

El estudio científico historicista –cuyo origen mítico radica en la necesidad de la memoria- es eje fundamental en una interpretación crítica que reflexiona con el pasado, fuente de conocimiento y experiencia, herramienta de comprensión y de dialogo.

Siguiendo a Barthes el Punctum en la figura del Padre se encarna en la cara del poder, patriarca déspota, personaje que hace y dice sin ética reflejo del odio al otro, violento siempre a punto de estallar, exceptuando el trato deferente hacia Juan Pedro con quién pretende hacer negocios, la relación con su familia y empleados se observa abusiva, por ejemplo, los insultos a su esposa son frecuentes, por momentos toma su brazo dulcemente y luego se lo retuerce o le sujeta un seno de manera brusca o simplemente la golpea.
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En la primera escena varias veces Benigno (el Padre) hace referencia mirando por la ventana al otro, encarnado en este caso en los candidatos al puesto laboral:

Padre: (se acerca a la ventana, aparta la cortina y mira): Llueve. Y no se van. Ni se guarecen bajo el alero. Disciplinados y en fila. Saben hacer buena letra. Saben que todo camino empieza con buena letra. (Se vuelve a Rafael) Pero yo ya elegí. A usted (Gambaro: 63).

Benigno mira el afuera desde un lugar de altura y menosprecio, el patio está abajo y los de abajo también lo son en lo que respecta a la posición social, se regodea de su autoridad y el abuso que de ella hace al no darles aviso que el puesto ya no está bacante, un olvido intencional por parte de él, vuelve su atención otra vez hacia ellos al final de la primera escena:

Padre (se asoma por la ventana): Llueve. Dicen que en estos tiempos nadie es capaz de obstinarse en nada. (Ríe) ¡Pero esos de ahí abajo! ¡Qué buena madera! La necesidad es la mejor obstinación… Esperan y no se convencen ¡de que ya están sonados! (Gambaro: 66).

Fermín -el mayordomo- es el brazo ejecutor de las órdenes de su amo Benigno, obedece sin chistar y presto a todo disfruta con cierta perversidad el cumplimiento de los pedidos más repugnantes, en dialogo con Dolores ratifica su voluntad y se enorgullece de estar al servicio de su padre: “¡Sí que soy su mano derecha!” (Gambaro: 108).

No sólo es complaciente, sino que se regocija infligiendo violencia sobre el otro/opositor, su semejanza con el perfil de algunos de los torturadores de la dictadura militar no pueden pasar desapercibidos:

Fermín (Pone el melón sobre la mesa, entre libros): Lo dejo acá. Se lo pueden comer. (Vengativo) ¡Le voy a decir al señor que no se divirtieron! La señorita cree que a los salvajes, inmundos, asquerosos, no se les debe cortar la cabeza. Es demasiado buena (71) Fermín: A mí me gustan las cosas muertas, ¿a usted no?... No se mueven. No rezongan (Gambaro: 96).

La conducta  de este peculiar mayordomo deja observar un encono especial contra los de su propia clase social, rivaliza desde el principio con Rafael -el profesor de Dolores-, goza del dominio y  la violencia física que ejerce sobre éste -suceso propiciado y consentido por su patrón-:

Fermín: Hay compañías que no cuentan (Mira a Rafael con una superioridad burlona. Sonríe) (78) (Ya en la puerta, como por casualidad, pero sugestivamente, pone ambas manos sobre el ancho cinturón. A Rafael) ¿No le molesta, no? (82) ¡Se la dejé marcada, la joroba! (Ríe, sale) (98) Fermín carga el cuerpo sin vida de Rafael(Con un gesto de excusa) Yo le hubiera pegado nada más. (Se le escapa la risa) ¡En la joroba!” (Gambaro: 108).

Dolores, hija de Benigno, se enamora de Rafael lo que deviene en la transformación de su universo, hecho que sobreviene gradualmente en la historia de amor acontecida en la obra (Gambaro, 10/09/2014: min 23:20 a 24:07).
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La joven reprocha el silencio que guarda su madre respecto al clima de violencia que se vive en su hogar, en la tercera escena dice: “Dolores (burlona): Sabia. Lástima que esa sabiduría nunca la usas con vos. Te golpean de muchas maneras, pero ninguna te irrita bastante (76) ¡Nadie me pondrá la mano encima, te dije! ¡No me parezco a vos!” (Gambaro: 77).

Mientras dialoga con su madre desnuda el carácter sórdido de las relaciones de su clase social, respecto de su compromiso con Juan Pedro, en la séptima y octava escena:

Papá tenía unos campos para vender, Juan Pedro unos campos para comprar… Papá aprueba y Juan Pedro aplaude. Y los dos dicen que los inmundos, salvajes, asquerosos, deben morir. Y esto abarca mucho. ¿Quién no es salvaje? ¿Quién no es asqueroso? ¿Quién no es inmundo? Sólo el poder otorga una pureza que nada toca (99) Es lo que pasa, mamá. Cuando se decide por los otros, es lo que pasa, se escapa todo de las manos y el castigo no pertenece a nadie. Entonces, uno finge que no pasó nada. E ignora su propia fealdad (Gambaro: 108).

Luego de la fallida fuga y la muerte de Rafael, su idiosincrasia se ve templada por el oscuro designio de su destino, hecho que la revela definitivamente contra el poder autoritario, a su padre:

(Ríe) ¿Qué? ¿Cómo no te das cuenta, papito? Tan sabio. (Furiosa) ¡Ya nadie ordena nada! (Con una voz áspera y gutural) ¡En mí y conmigo, nadie ordena nada! ¡Ya no hay ningún más allá para tener miedo! ¡Ya no tengo miedo! ¡Soy libre! (Gambaro: 108).
 
 
La importancia del arte como herramienta de comprensión del pasado.

“El verdadero tiempo histórico esta enredado en mi vida” (Kush, 1976: 45).

Las artes en teatro generan conocimiento el cual emana -entre otros- del análisis crítico, permiten situar a los personajes de la historia desde un lugar de proximidad con el público brindando una herramienta de comprensión y aprendizaje.
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La Malasangre no es sólo una historia de amor, esa es la excusa que utiliza Gambaro para sumergir al espectador en el mundo de la política, de la ética, de la familia, etc.

Partiendo de reconocer que las artes en teatro brindan la posibilidad de aprendizaje, la interpretación propuesta intenta resaltar los aspectos de cada personaje de la obra, dilucidando el porqué de su accionar y analizando sus conductas arquetípicas de poder, circunstancia que al ser acercada por el teatro habilita el diálogo interno del público con su propia historia.

La Malasangre obliga a repensar la reciente dictadura a través de la revelación de otros períodos de la historia Argentina que funcionan como metáforas. “Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas, las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego” (Galeano, 2010).

La autora desliza un mensaje clave en las últimas palabras que pronuncia Rafael, especie de augurio de presente y porvenir: “Si no debemos de olvidarlo, Dolores. Aunque seamos felices, no debemos olvidar que pasa el carro. Yo también: no sólo te elijo a vos, elijo cabezas sobre los hombros” (Gambaro: 104). Una vez más aparece presente/ausente la figura del carro, metáfora de los tristemente célebres Ford Falcon de la represión de los años 70’ en Argentina que costó la vida de miles de desaparecidos, en su mayoría jóvenes de entre 18 y 30 años (Conadep. Nunca más: 21/08/2014).

La confluencia entre la función emancipatoria sensible y la de transmisión simbólica de valores nos lleva a una nueva función, desempeñada también por el arte: a su papel en la constitución de esferas de sentido de la vida humana, a su inserción en el proceso social de formación del hombre. La integración de lo sensible con lo valorativo, al encarnarse en los símbolos estéticos, desencadena un proceso social de conocimiento a través del arte. Conocimiento que es, ante todo, , imagen humana, signo estético de la distancia que media entre lo que somos y lo que podríamos llegar a ser (…) El proceso histórico de formación social del hombre encuentra uno de sus más sólidos soportes precisamente en la dinámica ficcional y no pragmática del arte, en su fuerza simbólica de integración de las imágenes del hombre estética –y por ello mismo socialmente- posibles (Jiménez: 223-224).

En este sentido, la obra se erige en un momento histórico de Argentina donde la vida del otro carece de significado al ser etiquetado como opositor, análogo de las dictaduras contemporáneas.

¿De qué sirve que las artes propongan reflexionar sobre el pasado?

Mana como respuesta la necesidad de ejercer la capacidad de la Memoria, encargada de ayudar a transitar el presente; construyendo un futuro.

Si bien desconfío de las utopías políticas positivas me parecen enormemente interesantes las que he llamado utopías negativas. Dicho de otro modo, ignoro cuál es el mejor de los mundos, pero sí sé cuál es el peor. Por eso es necesaria la memoria (…) Vamos hacia adelante pero tenemos que volver la cabeza y mirar hacia atrás, como diría Walter Benjamin en su Tesis sobre filosofía de la historia (Melich Sangra, N° 13: 29).

Gambaro instala en Dolores la mirada de mujer transformada (Gambaro, 5/09/2014: min 1.55), lo dicho al padre, la madre y Fermín, aparece cómo un desahogo de lo no dicho, aún, a los dictadores contemporáneos argentinos:

Dolores: (Mira a los tres, masculla con un odio contenido y feroz) ¡Canallas! ¡Canallas! ¡Que el odio los consuma! ¡Que la memoria no los deje vivir en paz! ¡A vos, con tu poder, y a vos, mano verduga, y a vos, hipócrita y pusilánime! (Gambaro: 109). 

Notas.

1 La malasangre es una obra dramática en ocho escenas, escrita por Griselda Gambaro, estrenada en Buenos Aires en el teatro Olimpia el 17 de agosto del año 1982.

2  El reconocimiento de que toda cultura está situada (lo sepa o no, lo proclame o lo oculte) y que sólo desde la asunción madura de esa situacionalidad es posible proyectarse más allá de sí misma y realizar la experiencia de lo Otro, de lo planetario, de lo “universal”… por eso es necesario distinguir (…) lo  universalmente situado (…) Este sentido de cultura nacional (…) enlaza firmemente a un pueblo con su pasado, con su tradición y, paradójicamente, lo libera de su particularismo, lo inserta en ese ámbito donde es posible el dialogo con otros pueblos, con las otras culturas (Casalla, 1998: 91-92-93).

3  Véase disponible el 21/03/2016 en: http://www.desaparecidos.org/arg/conadep/

http://www.desaparecidos.org/arg/conadep/nuncamas/nuncamas.html
 

Bibliografía.

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Casalla Mario. (1988). Tecnología y Pobreza. Buenos Aires. Editorial Fraterna.

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Galeano Eduardo. (2010). Discurso, entrega premios Stig Dagerman. Suecia. Consultado el 2 de septiembre de 2014 en la http://laoveja100.wordpress.com/2010/09/11/eduardo-galeano-los-caminos-del-viento/

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Espasa Calpe. (2005). Gran Enciclopedia Universal. Buenos Aires. Grupo Editorial Planeta.

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Sangra Melich Joan. (2011). La ética como pasión. La tela araña Año VI N° 13. UTN. Consultado el 31 de agosto de 2014 en la http://www.graduados.utn.edu.ar/publicaciones/latela/13/

Vattimo Gianni. (1994) Hermenéutica y racionalidad. Bogotá. Grupo Editorial Norma.

domingo, 7 de febrero de 2016


La interpretación hermenéutica crítica como fuente de conocimiento y reflexión  artística/cultural/histórica.

Análisis de fragmentos de la obra Vida de Galileo Galilei de Bertol Brecht.


 

¿Qué es la Epistemología? ¿Cómo se llega a conocer? ¿Podemos conocer a través del Arte?
Su fin (de la Epistemología), es estudiar la génesis y la estructura de las ciencias, desde un punto de vista lógico y también histórico y sociológico (Thuillier, 1975: 62) Principalmente se ocupa del origen, trascendencia y finalidad del conocimiento científico. Reflexiona sobre la ciencia.
Jean Piaget hace grandes aportes sobre cómo se adquiere conocimiento; el pensar se despliega desde una base genética sólo mediante estímulos socioculturales; así como también el pensar se configura por la información que el sujeto va recibiendo, información que el sujeto aprende siempre de un modo activo por más inconsciente y pasivo que parezca el procesamiento de la información, dicha constitución de los conocimientos válidos no está jamás acabada (Piaget, 1979:16).

El presente escrito pretende generar conocimientos desde una interpretación crítica[1] de fragmentos de la obra teatral Galileo escrita por Bertol Brecht, se enmarca dentro del paradigma de la complejidad permitiendo múltiples análisis. El epistemólogo debe tomar los hechos como ideas, insertándolas en un sistema de pensamientos (Bachelard, 2000: 20).
La ciencia es la introducción de un nuevo paradigma (Rorty, 1983: 291).
Saldrá a la luz el enfrentamiento de paradigmas científicos del medioevo, propios del tiempo del matemático; vislumbrando al hombre y su lucha de clase y de poder, y porque no,  los del propio autor de la obra al momento de escribirla. Galilei dirigiéndose al “Pequeño Monje”: “Veo la Divina paciencia de su gente, pero ¿dónde está su Divina ira? (Brecht, 1981: 77)

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En el presente de la obra se aplica la ciencia denominada ptolomeica, que tiene cómo postura el geocentrismo, donde el hombre así como la tierra, son la creación divina, en torno a lo cual gira el universo (Hauser, 2009). Puede observarse este pensamiento, reflejado en la obra de Brecht, en reiteradas ocasiones (Jameson, 2013). A continuación se cita una de ellas:
Sagredo: Galilei, siempre te conocí como un hombre listo. Durante diecisiete años en Padua y tres en Pisa, les enseñaste pacientemente a cientos de alumnos el sistema Ptolomeo, que la Iglesia predica y confirman las escrituras, en las cuales la Iglesia se basa. Lo considerabas erróneo, al igual que Copérnico, pero lo enseñaste (Brecht: 31).
Galileo sabía según Brecht, el choque de creencias que provocaría, la argumentación de un nuevo sistema planetario. Hoy se sostiene que: puede entenderse que dos paradigmas[2] son inconmensurables en tanto involucran creencias, valoraciones o cánones diferentes, acerca de los cuales no es posible establecer el acuerdo o desacuerdo (Lores Arnaiz, 1986: 207)

 
El peligro que las nuevas teorías científicas[3] pueden ocasionarle a Galilei es advertido por el fiel amigo Sagredo: ¡es decir que sólo hay astros!… ¿Y dónde está Dios?... en primer lugar, eres un ser humano. Y yo te pregunto, ¿dónde está Dios en tu sistema universal? (Brecht: 31).
Se puede enunciar, en consonancia con aquello que sostiene Kuhn y desde una interpretación hermenéutica de la obra, que se trata de momentos históricos donde hubo pugnas paradigmáticas:
entre el paradigma que descubre una anomalía y el que, más tarde, hace que la anomalía resulte normal (…) las anomalías reconocidas cuyo rasgo característico es su negativa tenaz a ser asimiladas por paradigmas existentes… produce nuevas teorías (…) Es difícil ver cómo pueden surgir nuevas teorías sin esos cambios destructores en las creencias sobre la naturaleza (Kuhn, 1971: 156-157-158).
Así parece entenderlo también Brecht, que pone en boca de Sagredo las siguientes palabras:
No crees en Aristóteles, pero sí en el Gran Duque de Florencia. Antes, cuando te vi junto al telescopio, y observabas esas nuevas estrellas, me pareció verte parado sobre una hoguera ardiente, y cuando dijiste que creías en las pruebas, olí carne quemada (Brecht: 37)
Es necesario recordar que la obra Brechtiana se sitúa en el siglo XVII, en el territorio que en la actualidad se denomina como Italia, donde se sentía la amplia influencia de la Iglesia Católica Romana.
En tanto en la vecina Francia, o los países bajos, o bien Inglaterra: Los científicos, de Descartes a Newton, tratan de concebir un universo que sea una máquina determinista perfecta (Morin, 2005: 88).
El mundo occidental se encuentra frente al dilema de, por un lado, sostener los valores dados al grueso de la población, compuesto por campesinos en un noventa por ciento, y por otro, aceptar la necesidad de los nuevos ricos (clase burguesa oligárquica), de contar con los nuevos descubrimientos –catalejos, mapas basados en posicionamiento astral, máquinas, etc.- para la explotación de los recursos del mundo. Así parece expresarlo Galileo:
no vaya tan a prisa, Priuli. Las rutas marítimas siguen siendo largas, inseguras y caras. Nos falta una especie de reloj exacto en el cielo. Una señal para la navegación. Pues ahora tengo motivos para suponer que con el telescopio se pueden seguir claramente ciertos astros, que realizan movimientos muy regulares. Los nuevos mapas celestes le podrían ahorrar millones de escudos a la marina, Priuli. (Brecht: 28).
En la visión clásica, cuando una contradicción aparecía en un razonamiento, era una señal de error. Significaba dar marcha atrás y emprender otro razonamiento (Morin: 100).
Obra de teatro basada en Vida de Galileo Galilei de Bertol Brecht.

Brecht, influenciado por ideas socialistas y marxistas[4], introduce en su teatro la idea de distanciamiento, del espectador, respecto a la obra. Rompiendo con la estructura del teatro clásico, crea obras que suelen ser cuadros, donde perfectamente podemos alterar el orden de los mismos, pues son un todo, por la parte y por el conjunto (Brecht, 1963; Jameson, 2013).
El autor de Galileo, permite entre líneas, dilucidar su condena a la clase “burguesa” o nueva aristocracia del dinero, que domina el occidente, y que es funcional a sus intereses clasistas, al decir de Hauser; más conservadores de las costumbres, que los propios aristócratas. El afán de posesión corroe al ser humano, es así como, el científico en su afán por conseguir dinero urde una estafa, la del monóculo, para obtener dinero:
Galilei: Construí uno mucho mejor para esos tacaños de la Señoría (…) Y Virginia va a necesitar pronto un ajuar (…) Y además, me gustaría comprar libros, no sólo de física, y me gusta comer como es debido. Las buenas ideas casi siempre me surgen cuando como bien  (Brecht: 28).
Brecht desnuda que el auge cientificista funda sus motivos en la avidez de dinero que poseen los “nuevos ricos”, hecho que avasalla a la Iglesia Católica Romana respecto del sostenimiento de sus creencias, y que la hace enfrentarse con los cambios culturales que provocan los inventos[5]; pero la Iglesia también apoya los sucesos científicos que produce el nuevo orden, embarcándose en las nuevas empresas, movida por el interés de Ganancia que le prometen (Hauser, 2009).
Vanni, de oficio fundidor, está de visita en la Santa Sede cuando se encuentra con Galilei, al que le dice:
 nosotros… los de la manufactura, estamos de su parte… no soy un hombre que sabe mucho de estrellas, pero para mí usted es el hombre que lucha por la libertad de poder enseñar cosas nuevas... ¿Sabe que en Amsterdam y en Londres tienen mercados de dinero?... Aquí ni siquiera tenemos libertad para hacer dinero. ¡Se está contra la fundición de hierro, porque se opina que tener demasiados obreros en un lugar fomenta la inmoralidad!  (Brecht: 98- 99).
Desde una interpretación hermenéutica[6] de la obra Vida de Galileo Galilei, se puede situar el posicionamiento de Brecht contra la clase burguesa, pues, el autor denuncia el hecho de la supuesta lucha “libertaria” de Vanni e incluso la del propio Galileo; quienes por sostener sus propios intereses, dejan fuera de los nuevos conocimientos al pueblo/comunidad, que continúa viviendo según el viejo paradigma ptolomeico, y bajo las directrices eclesiásticas.
Durante una conversación[7] de Galilei con el pequeño monje, éste último sienta las bases argumentales, de por qué, se debe sostener la ciencia de Ptolomeo:
Permítame que le hable de mí. Crecí en la Campania, como hijo de campesino. Son gente sencilla…  ¡Que diría mi gente, si se enterara por usted que se encuentran sobre una pequeña piedrecita!... ¿Para qué sirve o es necesaria entonces toda esa paciencia, esa conformidad con su miseria? ¿Para qué sirven aún las sagradas escrituras, que lo explican todo y que fundamentan todo como necesario: el sudor, la paciencia, el hambre, el sometimiento? (Brecht: 73- 74).

La interpretación hermenéutica crítica se trata de un acto dirigido a comprender/reflexionar sobre un hecho artístico/cultural/histórico, suele suceder a posteriori del mismo, y se da a través de la praxis humana. Los sujetos y los objetos son contenidos de modo dialéctico dentro de dicha praxis, sujeto y objeto están siempre conectados, lo que genera el conocimiento, en el que ambos son transformados. En palabras de Habermas:
La Comprensión surge primeramente dentro del círculo de intereses de la vida práctica…” (Habermas, p 181). “La comprensión hermenéutica se dirige por su estructura misma a garantizar, dentro de las tradiciones culturales, una posible autocomprensión orientada de la acción de los individuos y grupos, y una comprensión recíproca entre individuos y grupos, con tradiciones culturales distintas. Hace posible la forma de un consenso sin coerciones y el tipo de intersubjetividad discontinua, de los que depende la acción comunicativa. De este modo se elimina el peligro de una ruptura de la comunicación en ambas direcciones…Si estas corrientes de comunicación se interrumpen y la intersubjetividad de la comprensión se hace rígida o se derrumba, queda destruida una posibilidad de supervivencia… es decir la posibilidad de acuerdo sin coerción y de reconocimiento sin violencia. Dado que esta condición es el presupuesto de la llamada praxis, llamamos práctico al interés rector del conocimiento de las ciencias del espíritu. Se distingue del interés cognoscitivo técnico porque no está dirigido a aprehender una realidad objetivada, sino a salvaguardar la intersubjetividad de una comprensión, sólo en cuyo horizonte puede la realidad aparecer como algo (Habermas: 182-183).


Bibliografía 

Bachelard Gastón, La filosofía del no. Ensayo de una filosofía del nuevo espíritu científico, Buenos Aires, Amorrortu, 1970.
Bachelard Gastón, La formación del espíritu científico, Ciudad de México, Siglo veintiuno editores, 2000.
Brecht Bertol, Vida de Galileo Galilei, La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1981.
Brech Bertol, Breviario de estética Teatral, Buenos Aires, La Rosa Blindada, 1963.
Chalmers Alan, Esa cosa llamada ciencia, Ciudad de México, Siglo Veintiuno Editores, 1990.
Espasa Calpe, Gran Enciclopedia Universal, Buenos Aires, Grupo Editorial Planeta, 2005.
Habermas Jürgen, Conocimiento e interés, Buenos Aires, Taurus, 1990.
Hauser Arnold, Historia de la Literatura y el Arte, Tomo I, Madrid, Guadarrama, 2009.
Jameson Fredric, Brecht y el método, Buenos Aires, Ediciones Manantial S.R.L., 2013.
Kuhn Thomas, La estructura de las revoluciones científicas, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1981.
Lores Arnaiz María, Hacia una epistemología de las ciencias humanas, Buenos Aires, De Belgrano, 1986.
Morin Edgar, Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 2005.
Piaget Jean, Tratado de lógica y conocimiento científico, Buenos Aires, Paidós,  1979.
Rorty Richard, La filosofía y el espejo de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1983.
Samaja Juan, Epistemología y Metodología, Buenos Aires, Eudeba, 2003.
Schnitman Dora, Nuevos paradigmas, Cultura y Subjetividad, Buenos Aires, Paidos, 1998.
Thuillier Pierre, La manipulación de la ciencia, Madrid, Fundamentos, 1975.
Willett John, El teatro de Bertol Brecht, Buenos Aires, Montone S. A., 1963.
 

Véase también:

Película basada en la obra Galileo de Brecht: https://www.youtube.com/watch?v=_w1I_2RsH-c
Documental basado en la vida de Galileo Galilei: https://www.youtube.com/watch?v=i75YgxHhJ3E
Sinopsis de la puesta teatral Galileo en Argentina: http://www.alternativateatral.com/obra9297-galileo-galilei



[1] Se le ha denominado círculo hermenéutico… el aparente círculo surge solo porque los objetos de las ciencias del espíritu gozan de un peculiar status doble: los contenidos de significado objetivados, transmitidos en palabras y acciones, a los que se dirige la comprensión hermenéutica son a la vez símbolos y hechos… la comprensión debe unir el análisis lingüístico con la experiencia (Habermas, 1990: 178).
 
[2] Entendemos por paradigma, una sistematización que permita poner de relieve ciertos núcleos de una determinada concepción del hombre, de la estructura social, de la naturaleza y sus interacciones; ciertas actitudes que acompañan a esas concepciones; ciertas formas de conceptualizar y ciertos métodos y criterios considerados como o ; ciertos estilos de relación interpersonal dentro y por medio de los cuales se asumirían tales actitudes y se ejemplificarían esas concepciones; ciertos estilos institucionales de ponerlas en práctica y ciertas ideas acerca de la formación correspondiente a las personas que pueden sustentar tales concepciones (Lores Arnaiz: 200).
 
[3] En esta historia humana, abierta a las contingencias y la creatividad de los pueblos, se van construyendo sistemas normativos (…) se estabilizan como Ideales que dirigen las acciones y las conciencias (…) se establecen como el Derecho natural de cada pueblo (Samaja: 63 y 64).
 
[4] Para Karl Marx (1818-1883) “…la naturaleza no puede ser concebida como lo otro del espíritu (…) cuando habla de hombre como ente objetivo no lo hace en sentido antropológico, sino gnoseológico: la parte activa que el idealismo había desarrollado, en oposición al materialismo, debe ser comprendida materialistamente (…) el objeto, la realidad, la sensorialidad, se han entendido sólo bajo la forma de un objeto o una intuición; pero no cómo una actividad humana sensible, no como una praxis (…) Marx entiende la realidad objetiva, por una parte, como realización trascendental (…) por otra parte, se ve esta realización trascendental como enraizada en los procesos reales de trabajo (…) El trabajo es, en primer lugar, un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en el que el hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza (…) precisamente, porque la naturaleza se constituye naturaleza objetiva para nosotros (Habermas: 33-35).
No existe verdad absoluta e inmutable, siguiendo de este modo en él, el pensamiento de Heráclito (535-484 a.C.). La dialéctica que aplica en la historia humana, es la de la lucha de clases, introduciendo el concepto de transformación. Para Marx la ciencia avanza por rupturas o discontinuidades.
 
[5] Se puede emplear el término paradigma en dos sentidos: por una parte, significa toda la constelación de creencias, valores, técnicas, etc., que comparten los miembros de una comunidad dada. Por otra parte, denota una especie de elemento de tal constelación, las concretas soluciones de problemas que, empleadas como modelos o ejemplos, pueden reemplazar reglas explícitas como base de la solución de los problemas restantes de las ciencias (Kuhn: 269).
 
[6] Hans Gadamer (1900-2002) fundador de la Escuela Hermenéutica  coloca la interpretación, como un proceso que puede prolongarse al infinito. Sostiene que la conciencia es un efecto de la historia, estamos insertos plenamente en la cultura e historia de nuestro tiempo y lugar y, por ello, plenamente formados por ellas. La hermenéutica es, al mismo tiempo, una forma de experiencia y análisis gramatical (Habermas: 169).
El sujeto conoce los objetos de conocimiento, los modifica y se modifica a sí mismo. Lo que busca estudiar la hermenéutica es la producción de sentidos, que es dada por los sujetos, oponiéndose a la naturalización (justificación) de los hechos sociales.
 
[7] La idea de la cultura como una conversación, más que como una estructura levantada sobre unos fundamentos encaja bien con este idea hermenéutica del conocimiento, pues entrar en conversación con desconocidos es, igual que la adquisición de una nueva virtud o destreza (…)  La hermenéutica ve las relaciones entre varios discursos como los cabos dentro de una posible conversación, conversación que no presupone ninguna matriz disciplinaria de uno de los hablantes, pero donde nunca se pierde la esperanza de llegar a un acuerdo mientras dure la conversación (Rorty: 289-291).